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Hoy vamos a centrarnos en un cannabinoide secundario y natural: el CBDV.
La investigación sobre este homólogo del CBD aún está en pañales, pero ya ha experimentado algunos avances importantes. Sobre todo en lo que respecta a nuestro conocimiento del sistema endocannabinoide y los mecanismos reguladores en los que participa.
Eso es todo, ¡así que sigue la presentación de este prometedor cannabinoide para saberlo todo sobre él!
Si has seguido nuestros artículos sobre cannabinoides secundarios y alternativos, habrás adivinado que el CBDV se conoce como cannabidivarina. Sí, es algo así como la variante CBD del THCV, o tetrahidrocannabivarina.
Y tiene al menos una cosa en común con el THCV. Al igual que el THCV, el CBDV desempeña un papel importante en el efecto séquito: multiplica la acción del CBD.
Pero a diferencia del THCV, el CBDV puede encontrarse en cantidades relativamente grandes en la naturaleza. Se encuentra en particular en las flores silvestres de cannabis del norte de la India y Nepal, así como en las resinas de las mismas regiones.
A nivel molecular, sólo difiere del CBD en su cadena lateral acortada. Esto conlleva algunas diferencias en sus efectos.
Como la mayoría de los demás cannabinoides, los estudios son todavía bastante escasos y se encuentran en una fase temprana. Aunque no podemos explicar completamente sus mecanismos de acción y cómo varían, sí sabemos lo suficiente para explicar brevemente cómo funciona:
Ahora sabemos que el CBDV, al igual que el CBD, tiene poco efecto sobre los receptores CB1 y aún menos sobre los receptores CB2. Esta es la razón por la que estas dos moléculas no comparten los efectos embriagadores y las distorsiones sensoriales asociadas al cannabis y a ciertos cannabinoides sintéticos.
Algunos estudios sugieren que el CBDV interactúa a otros niveles con otros receptores también presentes en el sistema endocannabinoide. Esto es particularmente cierto en el caso de los receptores TRPV2 y TRPV1. Estos receptores, cuyo acrónimo procede del inglés "Transient Receptor Potential Vanilloid", también se conocen en francés como receptores de capsaicina.
Pueden activarse por diversos medios y, al igual que los CB1 y CB2, están implicados en la respuesta química producida por nuestro organismo ante determinados estímulos.
Normalmente, son los receptores que se activan para producir el dolor y el calor que sentimos cuando comemos guindilla, cuando nos pican ciertos insectos o cuando utilizamos una pomada térmica.
Pero más allá de eso, también intervienen en la respuesta de nuestro metabolismo a la inflamación, y en muchas otras áreas que aquí nos interesan mucho más.
Una vez más, en la actualidad disponemos de relativamente poca información sobre el CBDV, pero es más conocido que muchos de sus rivales.
Por esta razón, podemos permitirnos el lujo de ofrecerle una visión general de los estudios científicos sobre el tema:
Uno de los primeros estudios de los que vamos a hablarte se remonta a 2013. En un estudio preliminar llevado a cabo en la Universidad de Reading (Inglaterra), un grupo de investigadores intentó examinar los efectos anticonvulsivos del CBD y el CBDV en ratas y ratones.
Para ello, administraron CBD o CBDV, o ambos, en dosis y formas que variaban según el individuo, a varios grupos de cobayas.
A continuación, trataron de inducir ataques convulsivos en los cobayas y pudieron medir la resistencia inducida por los cannabinoides.
El estudio concluyó que el CBDV mostraba efectos anticonvulsivos significativos, pero para su sorpresa, estos efectos no estaban relacionados con el receptor CB1.
Otros investigadores se interesaron por esta cuestión. Y al año siguiente, en 2014, un grupo de investigadores italianos pudo explicar estos efectos probando la interacción del CBDV sobre los receptores TRPV. Receptores que pueden "contribuir a la aparición y progresión de ciertas formas de epilepsia". Así, al actuar sobre estos mismos receptores, el CBD y el CBDV los activan y desensibilizan rápidamente, haciendo que el sujeto sea menos susceptible a este tipo de convulsiones.
En 2019, un grupo de investigadores angloamericanos se propuso estudiar la acción del CBDV en el trastorno del espectro autista (TEA). Esta idea se les ocurrió tras examinar estudios preclínicos que demostraban la capacidad del compuesto para actuar sobre los receptores inhibidores-excitadores cerebrales. Resulta que estos receptores también pueden estar implicados en el TEA.
Algunos trastornos del espectro autista son trastornos del neurodesarrollo que afectan a la comunicación social y emocional. Por ello, se cree que un tratamiento que actúe sobre los inhibidores-excitadores cerebrales durante el desarrollo podría prevenir algunos de los problemas de comunicación que se desarrollan en el cerebro de los niños muy pequeños.
Por ello, los investigadores realizaron pruebas con un diseño doble ciego, aleatorio y cruzado, estudiando las respuestas de los sujetos a los que se administró CBDV en comparación con un placebo. El estudio concluyó que el CBDV tenía efectivamente un efecto sobre los inhibidores excitatorios cerebrales implicados en el TEA. Sin embargo, las respuestas no fueron uniformes, con un impacto mayor o menor según los casos, ya que resultó que no afectaba siempre a las mismas regiones del cerebro.
Por tanto, el estudio concluyó que la CBDV por sí sola no podía proporcionar una respuesta clínica adecuada y segura al tratamiento. No obstante, representa un gran avance en la comprensión y el tratamiento del TEA y exige nuevas investigaciones.
No es raro leer que el cannabis y el CBD pueden tener efectos positivos sobre las náuseas, en particular las provocadas por los tratamientos contra el cáncer.
Y lo contrario también es cierto: hay muchos artículos y testimonios sobre el hecho de que el cannabis produce con frecuencia una sensación de náuseas, sobre todo entre los consumidores habituales y durante los malos viajes.
Esto se explica por el hecho de que los receptores CB1, que se ven especialmente afectados por el THC, son ellos mismos la fuente de las náuseas cuando se les somete a los estímulos adecuados.
Ante este hallazgo, los investigadores se preguntaron si el uso de CBDV y THCV podría producir este estímulo inductor de náuseas o crear un estímulo opuesto que pudiera evitar las náuseas.
El estudio concluye que ni el THCV ni el CBDV producen náuseas y que, al suprimir lagunas en los receptores que las provocan, las dos moléculas "pueden tener potencial terapéutico para reducir las náuseas ".
Por último, el estudio que nos pareció más fascinante: la acción del CBDV en el síndrome de Rett.
El síndrome de Rett (RTT) es un raro trastorno del neurodesarrollo que afecta principalmente a las niñas durante los primeros 6 a 18 meses de vida. Provoca un estancamiento en el desarrollo psicomotor, que conduce a la pérdida de habilidades motoras y lingüísticas y a la atrofia cerebral.
Actualmente no existe tratamiento para esta enfermedad, pero se sabe que el 95% de los casos están causados por mutaciones en el gen X. También sabemos que el sistema endocannabinoide regula varios procesos fisiológicos que se ven alterados por esta enfermedad.
El objetivo de los investigadores era, por tanto, comprobar si el CBDV, al actuar sobre el sistema endocannabinoide, podría tener un efecto terapéutico interesante.
Para este estudio, los investigadores administraron CBDV a un grupo de ratas afectadas por RTT durante 14 días. Y los resultados fueron más que alentadores: los investigadores pudieron observar una recuperación de los cambios conductuales y cerebrales en las cobayas:
"El tratamiento con CBDV restauró la salud general comprometida, la sociabilidad y el peso cerebral en ratones RTT. También se observó una restauración parcial de la coordinación motora".
Es más, también hallaron niveles mucho más elevados de proteína G en el hipocampo de los ratones, lo que abre una nueva vía de investigación para el tratamiento del RTT.
El CBDV, aunque sigue siendo un gran desconocido, ha demostrado tener un potencial terapéutico apasionante. Al hacerlo, también ha ampliado nuestros conocimientos sobre el sistema endocannabinoide y su capacidad para regular una serie de patologías, al tiempo que hemos aprendido más sobre estas patologías en sí.
No obstante, es importante tener en cuenta que todavía existen muchas zonas grises en torno a todo el alcance de su acción y sus mecanismos.
Pasarán muchos años antes de que podamos concluir que el uso del CBDV es completamente seguro y que tiene un efecto terapéutico real y seguro.
Mientras tanto, manténgase al día en nuestro blog.