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La diabetes o hiperglucemia crónica se caracteriza por un exceso de azúcar en la sangre, que se traduce en niveles de glucosa excesivamente altos. Es el resultado de un trastorno en la asimilación, utilización y almacenamiento de los azúcares de la dieta.
Dos hormonas esenciales, la insulina y el glucagón, garantizan que el organismo absorba correctamente la glucosa y la libere del hígado. Cuando estas hormonas están en equilibrio, los niveles de azúcar en sangre son estables. Sin embargo, en el caso de la diabetes, y por diversas razones, estas hormonas no funcionan.
- La ciencia distingue varios tipos de diabetes, pero en este artículo nos centraremos en la diabetes de tipo 1 y de tipo 2[1].
La primera es genética, afecta a niños pequeños y se clasifica como enfermedad autoinmune, ya que el sistema inmunitario del individuo destruye las células "beta" del páncreas que producen insulina.
La segunda, que representa alrededor del 90% de los casos de diabetes, suele aparecer en torno a los 40. Sus causas no están claramente definidas (pueden ser genéticas, estar relacionadas con el entorno o con el estilo de vida y la alimentación del paciente), y se caracteriza por una producción insuficiente o ineficaz de insulina.
Los síntomas de los dos tipos de diabetes difieren: la diabetes de tipo 1 suele caracterizarse por pérdida de peso, cambios de humor y/o visión borrosa, mientras que la diabetes de tipo 2 suele caracterizarse por temblor en las manos y/o entumecimiento de las extremidades[2].
En ambos casos, la diabetes requiere tratamiento y seguimiento, normalmente en forma de inyecciones de insulina. Si no se trata, la diabetes puede provocar ceguera, insuficiencia renal, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, amputación de miembros inferiores y lesiones nerviosas, entre otras cosas.
El número de casos de diabetes en el mundo aumenta constantemente y actualmente se estima en más de 400 millones[3].
Según varios estudios de laboratorio, principalmente en 2015 y 2016, el CBD tiene los siguientes efectos[4]:
El CBD también podría retrasar la aparición y progresión de la diabetes de tipo 1 al impedir que el cuerpo destruya las células beta, ya que el CBD tiene propiedades autoinmunes y, por tanto, reduce la inflamación del páncreas. También se cree que el aceite de CBD regula el aceite oxidativo en los riñones y desempeña un papel en la insuficiencia renal.
En cuanto a la diabetes de tipo 2, como el CBD influye en el CB1 (uno de los dos neurotransmisores del cerebro relacionados con la producción de insulina), puede utilizarse para tratar trastornos metabólicos causados por la diabetes, como la obesidad[5].
Por último, uno de los primeros estudios realizados sobre el tema[6] demostró que se reducía y retrasaba la producción de citoquinas inflamatorias, reduciendo así la incidencia de la diabetes.
En conclusión, una de cada cuatro personas en el mundo tiene diabetes, y algunas sólo la descubren en una fase avanzada. Aunque la investigación sobre el CBD sigue en curso, los avances actuales permiten demostrar que tiene más efectos terapéuticos que otros tratamientos[7], que también tienen más efectos secundarios[8].
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El aceite de CBD se toma en forma de gotas que se colocan directamente bajo la lengua con una pipeta, lo que permite que se difunda más rápidamente en el torrente sanguíneo para un efecto más inmediato. En principio, el CBD no tiene efectos secundarios. Le aconsejamos que elija el aceite de CBD menos concentrado si nunca lo ha tomado antes.